A continuación, voy a resumirles buena parte de lo que ha pasado por mi escaner napial en éste caluroso mes que va terminando. Prescindiré, como es costumbre de la casa, de añadir demasiada prosa pretenciosa. Si quieren un consejo para entretener la canícula compren un buen libro y una palangana para poner los pies en remojo mientras lo leen.
El lunes 14, acudimos a una cata de aguas organizada por Enoduero, la Asociación de Enólogos de la Ribera del Duero. Bravo por los que han impulsado este colectivo. Es un buen principio. Cuando las personas se reunen en torno a una actividad común se fomentan los lazos y se genera confianza para alumbrar el debate entre los integrantes. Si algún enólogo ribereño tropieza con mi blog para debatir asuntos relacionados, le lanzo un mensaje para que lo piense: Homogeneidad en la calidad sí, pero más variedad en las elaboraciones. Osadas licencias a parte, gracias desde aquí a Angel Luis Margüello y gracias y enhorabuena a todos por el buen ambiente que respiramos en su compañía.
La cita quedó un poco coja por algún problemilla técnico. Pero el único criticable fue que algunas copas tenían cierto tufillo -se identificó- a cartón húmedo. No importó demasiado, porque el conjunto de fatalidades rompió la máscara de la formalidad que tanto nos fastidia a veces en los pueblos. En definitiva, hubo feeling (buen rollo, cachondeito). Además el Dr. Antoni Borrell Azlor, Gerente del Laboratorio Dr. Oliver Rodés, demostró ser un conferenciante cojonudo. Catamos un total de diez aguas: Bezoya, Solán de Cabras, Vichy Catalán -mi favorita, siempre-, Acuarel Las Jaras, San Joaquín, Vilajuïga, Monte Pinos, VOSS y Clavar Diamond. Las sensaciones que me transmitieron fueron ambiguas. Sin duda la cantidad de miligramos de residuo seco (sales) influye en la percepción en boca. Y hasta cierto punto se puede percibir en nariz la frescura de alguna de ellas. Sin embargo, no diferencié demasiado entre la noruega VOSS y nuestra segoviana Bezoya. Ambas son águas de mineralización muy débil, que dejan la sensación de sabor en la boca, parecida al gusto metálico. De todos modos, espero acumular más experiencia en este tipo de catas para opinar con más criterio.
El lunes 21 nos reunimos otro grupo de catadores para almorzar unas chuletillas de lechazo a la parrilla en el chalé de nuestro anfitrión-sumiller Alejandro. Antes de volverlas a cenar nos congregamos para realizar una minicata de doce vinos. En primer lugar catamos Solar de la Vega Vendimia Seleccionada 2006. Un vino de viura y verdejo que presume de una gran luminosidad con reflejos verdosos, pero que no brilla en absoluto en la nariz, cortito en peras, alguna flor blanca perdida en la niebla, notas sintomáticas de evolución y recuerdos a herrumbre. En boca hubo un poco más de justicia acreditando cierto nervio y volumen. Sube cálido por retronasal y se posiciona con un postgusto persistente. Puede resultar agradable a los que padecen de anosmia. Perdón por la crueldad. Le siguió un Carrasviñas, vino espumoso brut. Es un verdejo de Rueda del que me falta información como añada y degolle. Como el anterior está mejor en boca que en nariz. No pasa de una tímida corrección y sólo bailaría con esta botella una vez, por el mismo motivo.
Con el gaznate algo desilusionado llegó la botella que había aportado yo. Era un Protos Roble 2002. Nuestra señera marca ribereña llegó a modo de experimento. Quería ver la reacción de los catadores. El caballero mostraba sus miserias con bastante orgullo vista la deshonra de las damas blancas que le precedieron en su entrada a la taberna “La Garganta del Ganso”. Viejo, con la frente inclinada, vestía una capa caída, hasta abajo, que lo cubría todo, pero no abrigaba nada. Desprendía un cierto aroma a tostadillo, pero prefería su compañía al tufo de verdura cocida que se escapaba cada vez que se abría la puerta de aquel antro infernal. Se dirigió a mí, su aliento olía a quina San Clemete. Me invitaba a tomar un trago. Ya en el interior me sirvieron un líquido sedoso, que contenía cierta acidez y que persistía en la boca durante largo tiempo. Resolví que aquel brebaje cálido era muy bebible. Aquello me envalentonó. Pregunté al viejo qué le había pasado. El viejo me respondió con honestidad: “Guardé mi juventud junto la fruta fresca, escondidas en el fondo del sótano”.
¿Les dije que no iba a añadir prosa pretenciosa? Queridos lectores, les tomaba el pelo. Como comprenderán, guardo mucho cariño a esta bodega.
Luego catamos un Villacampa del Marqués 2005, tempranillo, 12 m.b., se sirvió caliente y se comportó cerrado. Todos coincidimos que podría ser buen vino si no se hubieran confabulado ambos factores para jodernos. Dornia 2006, prieto picudo con 9 m.b., de Dominio dos Tares es un vino que escupe modernidad. Capa altísima, con un color espectacular. En nariz aromas minerales y herbáceos: tierra y raspón. En boca agresivo. Primero explota, seguidamente implosiona para luego perderse cuanto antes en la distancia, despidiéndose con pequeños fuegos de artificio. Antes te ha dejado la lengua como una lija y después te compensa tanto sufrimiento con una interesante retronasal. Nada que ver con el Cumal.
Con la boca algo traumatizada atacamos otro prieto picudo de León: Leione (¿añada?) de 9 m.b. Otro vino de capa alta con precioso color rojo picota y ribetes cardenalicios. En nariz matorral, torrefactos, vainilla, algo de alcohol y en conjunto complejo. En boca amplio, carnoso y persistente. Madera integrada, probando el potencial de la variedad, rica en polifenoles. Sin embargo, al tercer trago se te hace secante, empalagoso, con un tanino un tanto descontrolado. Un caldo ideal para lameruzos.
Bajamos a Toro para probar un Vetus 2004, con 12 m.b. De nuevo una capa densa, color picota con ribetes amoratados. En nariz corto, algo tímido. Mucho alcohol y olor a reducción. Fondo con fruta negra pasificada y torefactos volátiles. En boca amplio, explosivo, pastoso, pastoso, pastoso. Cambiamos de continente y de contenido. AR Guentota 2004, Malbec de Mendoza, Argentina. Según la etiqueta con 12 m.b. nueva. De nuevo un vino denso. En nariz suben rápido los tostados y toques de cuero. Profundizando encontramos algo de fruta negra. En boca acidez y tanino presente pero mal integrado. Persitencia y sensación secante muy prolongada. Muy cálido en retronasal con algo de fruta.
De nuevo en la península, nos encontramos con un D.O. Rioja: Viña Herminia Reserva 1999. Coupage de 85/15 de tempranillo y garnacha. Capa media, ribetes ya casi tejas. En nariz cueros, tostados y notas quinadas. Recuerdo a tierra quemada. En boca ataque acídulo, que mantiene cierta carnosidad. Persistencia agradable y retronasal algo cálida. ¿Quién tuvo retuvo? ¿O es un vino que ha ganado por evolución natural?
Vuelta a Toro. Viñalcasta Reserva 2003 (14 m.b.) con corazón típico de toro viejo y alma de cordero joven. En nariz fruta negra (¿mora?), madera presente en forma de tostados y humo, algo de cuero y tinta china. Marca el compás un ritmo cálido. En boca potente, estructura bien integrada, con sensaciones armónicas que no dibujan monotonía. Entrada ligeramente secante, que se suaviza con taninos amables, aptos para ser limpiados por la propia saliva y que no okupan la boca con intención de vivir para siempre.
Por último, Mayte de "Cepas y Bodegas" nos presentó un vino que aún no ha salido al mercado. Posiblemente se llame Superclub 2004, de la D.O. Ribera del Duero. Nos explicó que las uvas fueron vendimiadas con nocturnidad y alevosía en los viñedos propios que poseen en La Horra, con la intención de conservar los aromas a frutas y la acidez. El resultado, un vino rojo cereza de capa media con ribetes granates. En nariz algo de cuero sobre fondo de guindas e licor. Notas torrefactas y aroma a caja de puros se expresan con una intensidad media. En boca cojonudo. Amplio, carnoso, con persistencia admirable. En retronasal tan complejo como por delante, con el regaliz típico de la tempranillo. Un grata elaboración que recupera la esencia de los viejos vinos de la Ribera.
En breve la última cata que realizamos el mes pasado cerrará este doble artículo.
Con el gaznate algo desilusionado llegó la botella que había aportado yo. Era un Protos Roble 2002. Nuestra señera marca ribereña llegó a modo de experimento. Quería ver la reacción de los catadores. El caballero mostraba sus miserias con bastante orgullo vista la deshonra de las damas blancas que le precedieron en su entrada a la taberna “La Garganta del Ganso”. Viejo, con la frente inclinada, vestía una capa caída, hasta abajo, que lo cubría todo, pero no abrigaba nada. Desprendía un cierto aroma a tostadillo, pero prefería su compañía al tufo de verdura cocida que se escapaba cada vez que se abría la puerta de aquel antro infernal. Se dirigió a mí, su aliento olía a quina San Clemete. Me invitaba a tomar un trago. Ya en el interior me sirvieron un líquido sedoso, que contenía cierta acidez y que persistía en la boca durante largo tiempo. Resolví que aquel brebaje cálido era muy bebible. Aquello me envalentonó. Pregunté al viejo qué le había pasado. El viejo me respondió con honestidad: “Guardé mi juventud junto la fruta fresca, escondidas en el fondo del sótano”.
¿Les dije que no iba a añadir prosa pretenciosa? Queridos lectores, les tomaba el pelo. Como comprenderán, guardo mucho cariño a esta bodega.
Luego catamos un Villacampa del Marqués 2005, tempranillo, 12 m.b., se sirvió caliente y se comportó cerrado. Todos coincidimos que podría ser buen vino si no se hubieran confabulado ambos factores para jodernos. Dornia 2006, prieto picudo con 9 m.b., de Dominio dos Tares es un vino que escupe modernidad. Capa altísima, con un color espectacular. En nariz aromas minerales y herbáceos: tierra y raspón. En boca agresivo. Primero explota, seguidamente implosiona para luego perderse cuanto antes en la distancia, despidiéndose con pequeños fuegos de artificio. Antes te ha dejado la lengua como una lija y después te compensa tanto sufrimiento con una interesante retronasal. Nada que ver con el Cumal.
Con la boca algo traumatizada atacamos otro prieto picudo de León: Leione (¿añada?) de 9 m.b. Otro vino de capa alta con precioso color rojo picota y ribetes cardenalicios. En nariz matorral, torrefactos, vainilla, algo de alcohol y en conjunto complejo. En boca amplio, carnoso y persistente. Madera integrada, probando el potencial de la variedad, rica en polifenoles. Sin embargo, al tercer trago se te hace secante, empalagoso, con un tanino un tanto descontrolado. Un caldo ideal para lameruzos.
Bajamos a Toro para probar un Vetus 2004, con 12 m.b. De nuevo una capa densa, color picota con ribetes amoratados. En nariz corto, algo tímido. Mucho alcohol y olor a reducción. Fondo con fruta negra pasificada y torefactos volátiles. En boca amplio, explosivo, pastoso, pastoso, pastoso. Cambiamos de continente y de contenido. AR Guentota 2004, Malbec de Mendoza, Argentina. Según la etiqueta con 12 m.b. nueva. De nuevo un vino denso. En nariz suben rápido los tostados y toques de cuero. Profundizando encontramos algo de fruta negra. En boca acidez y tanino presente pero mal integrado. Persitencia y sensación secante muy prolongada. Muy cálido en retronasal con algo de fruta.
De nuevo en la península, nos encontramos con un D.O. Rioja: Viña Herminia Reserva 1999. Coupage de 85/15 de tempranillo y garnacha. Capa media, ribetes ya casi tejas. En nariz cueros, tostados y notas quinadas. Recuerdo a tierra quemada. En boca ataque acídulo, que mantiene cierta carnosidad. Persistencia agradable y retronasal algo cálida. ¿Quién tuvo retuvo? ¿O es un vino que ha ganado por evolución natural?
Vuelta a Toro. Viñalcasta Reserva 2003 (14 m.b.) con corazón típico de toro viejo y alma de cordero joven. En nariz fruta negra (¿mora?), madera presente en forma de tostados y humo, algo de cuero y tinta china. Marca el compás un ritmo cálido. En boca potente, estructura bien integrada, con sensaciones armónicas que no dibujan monotonía. Entrada ligeramente secante, que se suaviza con taninos amables, aptos para ser limpiados por la propia saliva y que no okupan la boca con intención de vivir para siempre.
Por último, Mayte de "Cepas y Bodegas" nos presentó un vino que aún no ha salido al mercado. Posiblemente se llame Superclub 2004, de la D.O. Ribera del Duero. Nos explicó que las uvas fueron vendimiadas con nocturnidad y alevosía en los viñedos propios que poseen en La Horra, con la intención de conservar los aromas a frutas y la acidez. El resultado, un vino rojo cereza de capa media con ribetes granates. En nariz algo de cuero sobre fondo de guindas e licor. Notas torrefactas y aroma a caja de puros se expresan con una intensidad media. En boca cojonudo. Amplio, carnoso, con persistencia admirable. En retronasal tan complejo como por delante, con el regaliz típico de la tempranillo. Un grata elaboración que recupera la esencia de los viejos vinos de la Ribera.
En breve la última cata que realizamos el mes pasado cerrará este doble artículo.
16 comentarios:
Lo mejor el agua, ese preciado elemento que sólo trae alegrías. El que se extrae del fiordo noruego era, en mi humilde opinión, una autentica delicia. Pero tal vez me dejo llevar por el glamour de la marca, tan estilosa ella. Lo cierto es que a mi ese agua me supo a gloria. La cata fue, por momentos, soporifera. No tanto por el moredador, que era un tio encantador y muy erudito, sino por el calor que hacía en el salón, el olor tan raro de las copas y otros factores ajenos a Enoduero. La Asociación de Enologos ha llegado con las pilas bien cargadas y realiza una labor imprescindible. Mi reconocimiento a esta gente aventurera. Y mis felicitaciones a la Conciencia que ademas de estar siempre al pie de la actualidad más nariguda nos lo sabe contar. Un besito pasado por agua.
Ally McBeal.
Gracias por tus ánimos Ally. Últimamente no he tenido mucho tiempo para dedicarlo a mi alter ego virtual espero sacar tiempo para obtener contenidos de primera mano en más actualizaciones.
Un saludo a todos.
Gracias por el animo,ademas detener el mismo nombre yo trabajaba con Laura en el convento las claras, si pasas por alli no dudes en preguntar por mi, un saludo y viva SAN ROQUE.
La cata resultó bastante curiosa, incluido el cambio climático al que nos sometieron y que me hizo acabar con el mantel de toquilla. No te guardamos rencor, gracias a tí y a Rebeca recuperamos esa deuda pendiente que teniamos con el agua. Conseguí distinguir la ligereza y los grados de mineralización de las distintas marcas, como iniciación estuvo muy bien, me doy con un canto en los dientes y me apunto a la siguiente. Yo me quedo con mi Aquabona de Santolín que es la que me hidrata diariamente, está muy rica, fresquita y me quita la sed, se puede pedir algo más a un agua? Pues va a ser que sí, parece que ya no sirve sólo para quitar la sed y punto, sino que ahora se está convirtiendo en un complemento de moda, en un capricho y no estamos acostumbrados. Habrá que ponerse las pilas para que los clientes "fashion" no acaben aguándonos la fiesta. Estoy pensando que en la próxima cena con amigos en vez de vino voy a llevar unas botellitas de agua, a ver como se quedan.
Por cierto, creo que hoy he descubierto mi agua! se llama San Pellegrino y viene de un manantial que se llama así en los Alpes italianos. Es menos gasificada que tu Vichy pero muy agrabable. Tienes que probarla a ver que te parece. Va a ser la guerra!
Hasta Pronto, un besito
Marina
Gracias Maria, me contenta haber sido de ayuda. Firmaré por tu blog.
ruben's, cuando tenga un rato me pasaré a verte.
Marina, ya conocía el agua italiana y junto a la martoni checa, son afines a mis gustos, mucho más que la Perrier francesa. Como sabes, últimamente no tengo tiempo ni de responder a los correos. Espero que la instrucción que estoy pasando en la mili de mi nuevo puesto de trabajo se me haga mas llevadera y organizar mis escasa dos horas de asueto diarias para sacarlas más partido y actualizar mi querido blog que tanto echo de menos. Gracias por estar ahí. Un enorme abrazo.
Gracias a todos, por pasaros por mi blog aunque últimamente esté tan huerfano de nuevas palabras.
Es un placer pasear por tu blog, incluso cuando no hay nada nuevo que leer. Y no tienes que excusarte por no poder actualizarle más a menudo porque demasiado que aguantas en pie con tanta tralla laboral.
Sigue pisando fuerte Rubencito. ¡Qué te vaya bonito!
Hola compañero,hace un mundo que no entro por aqui.
Y no podia por menos...el otro dia me deje caer y bendita la caida,en la Hacienda Unamuno en pleno Parque Natural de Arribes del Duero que no Ribera del Duero(que ya da pie a alguna que otra polemica) pero de eso no quiero hablar ahora.
Queria hablar de un buen servicio,de una cata del Durius 2005 correcta,el desayuno en la terraza,al lado de los viñedos a lo Angela Chaning,inmejorable,por que eso fue lo mejor,el enclave,y no vistas,que es casi insultante.
Alli me quedaba,con la nariz pegada al cristal,de la ventana de la habitacion viendo esos eternos caminos entro viñas y viñas,con esos frutos verdes y prietos que duermen..
Me encanto..
Y recomendar y requetecomendar a Meneses en su casa Los caprichos de Meneses.
Buen servicio,vinazos,muchos y buenos,pinchos de diseño y originales,echos al momento,y a un precio que no ensombrecen su calidad,Meneses es del gremio,Sumiller con muchas horas de vuelo ya..,esta con un nuevo proyecto La cuna del catador,que le auguro y le deseo lo mejor,por su buen hacer y su trabajo.
Por que como yo digo,es verdad que lo malo hay que decirlo,pero de lo bueno..no hay que olvidarse.
Espero vernos pronto..se me antoja..Congreso,vino,Cabañas y Salamanca(por supuesto)
Un abrazo,Roxana.
Rosana, me quedo con las ganas de conocer al tal Meneses. Envidillas a parte, gracias por tu comentario.
Maria, encantado de tenerte como fiel lectora de "la conciencia". El Carramimbre es un vino calidad/precio excelente por estos lares. Mi amigo Fernando, del bar-parroquia SENDA, del que soy devoto y asiduo en Peñafiel, lo tiene de referencia, y Fernando no es un culaquiera para seleccionar vinos para su local.
Respecto a los Briego, me consta que últimamente lo están haciendo bastante bien. Sólo he probado el roble más básico de las dos últimas añadas y no he salido decepcionado de su concepción como vino de trago largo, vinos he de confesar, cada vez más gratos para mi paladar. De los fieles e infieles, crianzas y reservas, no puedo opinar, pues no han pasado por mi escáner. Como supongo, por tu comentario, que visitaste la bodega y adquiriste un cupo (genial la política comercial de esta bodega de Fonpedraza) espero que comentéis en la conciencia vuestras impresiones beberísticas de los que quedan huérfanos en este blog.
A todos los que han esperado tanto a una nueva entrada, comentarles que ya me he quitado un poco las cadenas de Stajov, con lo que tendré mas tiempo para futuras actualizaciones.
A todos mis fieles, un fuerte abrazo.
Qué pasa Conciencia. ¿Te has aburrido ya de escribir?
Te voy a meter una colleja que no va a servir para mejorar el olfato, pero que te va a poner a tono para escribir algo. Copón.
Saludos.
Qué pasa Conciencia. ¿Te has aburrido ya de escribir?
Te voy a meter una colleja que no va a servir para mejorar el olfato, pero que te va a poner a tono para escribir algo. Copón.
Saludos.
El ruso.
Ah! pero no lo sabías, Ruso? Conci ha decidido pasar unos meses
en barrica de roble deconocido, para impregnarse de nuevos aromas
y matices y luego contárnoslo. Es un EXPERIENCIA piloto.
La PACIENCIA es amarga, pero su fruto es dulce.
Espero que después de la vendimia obtengamos un buen VINO
y despues de la paciencia una nueva CONCIENCIA.
Mientras tanto... sigamos brindando! Besos
Marina
Me gusta el vino, pero reconozco que no tengo ni idea solo se si me gusta o no.
Espero aprender algo contigo.
Chin chin
Hola Celes, me has recordado que tengo un compromiso con los seguidores de la conciencia que estoy demorando ya demasiado.
No tienes conciencia ninguna
Hola muy buenas!
Acabo de crear un blog relacionado con el vino. Me gustaria promocionarlo un poquito ya que para mi lo mas importante son los comentarios que va dejando la gente. Si quereis pasaros, podeis ayudarme con vuestras opiniones.
Salud@s..
Me encanta tu blog, me quedo a seguirte y a aprender muchas cosas, como buena amante del vino que soy! Un beso,
Nieves.
http://igloocooking.blogspot.com
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